La publicación de la primera gramática castellana de Elio Antonio de Nebrija en 1492, fecha del descubrimiento de América y de la toma de Granada por los Reyes Católicos, establece la fecha inicial de la segunda gran etapa de conformación y consolidación del idioma. A esta época pertenecen el cambio de las consonantes que altera y consolida definitivamente el sistema fonológico del español.
Desaparece la aspiración de la h, cosa que testimonia la
versificación. Se funden en un único fonema la s sonora y sorda, prevaleciendo
el valor sordo. Las consonantes ç y z pasan a ser el fonema fricativo (con
pronunciación equivalente a ts) que se escribirá ç durante el siglo XVI y pasará
a tener el valor de la z (con su pronunciación actual) en el siglo siguiente,
con lo que de esta manera se resolvió la vacilación ortográfica c, ç, z. Las
variaciones fonéticas que representaban x, g, j, se solucionaron también en
favor del sonido velar fricativo sordo que en el XVII pasa a tener la
pronunciación y grafía actuales de g y de j.
Desapareció asimismo la distinción -b-, -v- que se
neutralizó en -b- durante el siglo XVI. En la morfología aparecieron los tiempos
compuestos de los verbos, y se convierte en auxiliar el verbo haber. En la
sintaxis el orden de los elementos de la oración se hace más rígido, y se
anteponen los pronombres átonos a infinitivos y gerundios.
Desde el punto de vista del léxico adquirió una gran
cantidad de neologismos, pues a estos momentos correspondió la expansión de
Castilla y, por lo tanto, el contacto con otras culturas. Consiguió consolidarse
como lengua dominante frente a otros dialectos peninsulares al llevarse a cabo
la unidad política de Castilla y Aragón y ser el castellano la lengua de los
documentos legales, de la política exterior y la que llegó a América de la mano
de la gran empresa realizada por la Corona de Castilla, ya fijada en la
gramática normativa de Nebrija. A partir de los primeros momentos del siglo XVI
se prefirió la denominación de española para la lengua del nuevo imperio, y la
preocupación de los intelectuales del momento se refleja en la enorme tarea de
sistematizarla, analizarla y divulgarla.
Lo demuestran
la publicación del gran Diccionario de Alcalá, obra de la Universidad
Complutense creada por Cisneros; la aparición de la Minerva de Francisco de las
Brozas, conocido por El Brocense, que es una gramática normativa y descriptiva
más moderna que la realizada por el grupo francés de Port Royal, y, a principios
del siglo XVII, la publicación del Tesoro de la lengua castellana o española
(1611) de Sebastián de Covarrubias, primer diccionario de la lengua, que
contiene cuanta información histórica y sincrónica había disponible en el
momento de su publicación.
En Francia, Italia e
Inglaterra se editaban gramáticas y diccionarios para aprender español, que fue
la lengua diplomática hasta la primera mitad del sigloXVIII. En esta etapa de la
lengua se llegó al esplendor literario que representan los autores del siglo de
oro. El léxico incorpora palabras originarias de tantas lenguas como contactos
políticos tenía el imperio. Del italiano entran en el español desde el sigloXV
al XVII los nombres de la métrica y preceptiva literaria como soneto, asonante,
silva y lira, palabras relacionadas con las bellas artes como fachada, escorzo,
medalla, piano.
De otros campos léxicos son italianismos de la época
centinela, alerta, escopeta, aspaviento, charlar, estropear y muchas más. Son
galicismos paje, jardín, jaula, sargento, forja o reproche. Los
americanismos, que comienzan a entrar en el sigloXVI, ofrecen una lista referida
a las realidades que en Europa no se conocían y que son españolismos tomados por
las lenguas europeas como patata, cóndor, alpaca, vicuña, pampa, puma, papa
(denominación afincada en Canarias para patata), que proceden del quechua y el
guaraní. Los términos más antiguos, como canoa, ya citado en el diccionario de
Nebrija, proceden de los arawak. A este conjunto pertenecen huracán, sabana,
maíz, cacique, colibrí, caribe, enagua y caníbal. De la familia de lenguas
náhuatl habladas por los nahuas, se incorporan hule, chocolate, tomate, cacao,
aguacate y petate.
En el año 1713 se fundó la Real Academia Española. Su primera tarea fue la de fijar el idioma y sancionar los cambios que de su idioma habían hecho los hablantes a lo largo de los siglos, siguiendo unos criterios de autoridad. En esta época se había terminado el cambio fonético y morfológico y el sistema verbal de tiempos simples y compuestos era el mismo que ha estado vigente hasta la primera mitad del siglo XX.
Los pronombres átonos ya no se combinaban con las formas de
participio y, gracias a la variación morfológica, los elementos de la oración se
pueden ordenar de formas muy diversas con una gran variedad de los estilos
literarios, desde la mayor violación sintáctica que representan el barroco del
siglo XVII, los poetas de la generación del 27 y el lenguaje publicitario, hasta
la imitación de los cánones clásicos, también violentadores del orden del
español, que incorporaron los neoclásicos o los primeros renacentistas.
Junto a ello, la irrupción continua de neologismos, que nombran innovaciones
técnicas y avances científicos, tiene dos momentos: los anteriores a la mitad
del presente siglo, que contienen raíces clásicas como termómetro, televisión,
átomo, neurovegetativo, psicoanálisis o morfema, y los neologismos apenas
castellanizados, siglas y calcos del inglés y fruto de la difusión que de ellos
hacen las revistas especializadas, la publicidad o la prensa, como filmar,
radar, módem, casete, anticongelante, compacto, PC, o spot.
Coincidiendo con otro momento de esplendor literario, el
primer tercio del siglo XX, aparecieron las nuevas modificaciones gramaticales
que aún hoy están en proceso de asentamiento. De ellas cabe citar: la reducción
del paradigma verbal en sus formas compuestas de indicativo y subjuntivo, la
sustitución de los futuros por perífrasis verbales del tipo tengo que ir por
iré, la práctica desaparición del subjuntivo, la reduplicación de los pronombres
átonos en muchas estructuras oracionales y con verbos de significación pasiva,
que están desarrollando una conjugación en voz media como en le debo dinero a
María; la posposición casi sistemática de los calificativos, la reducción de los
relativos, prácticamente limitados a que y quien en la lengua hablada.